lunes, 18 de abril de 2011

7: Pelipe


Annie se sentía debastada, exsausta, en cada bocanada que respiraba, percibía el aire denso y confuso, no podía vivir en paz, no podía respirar más. Cada paso que daba, cada movimiento que hacía, la hacía sentir perdida, sin direccion, su fe temblaba.
No salía de su casa hace días enteros, y nadie sabía de ella. Y se repetía a menudo "tengo que seguir intentando salir de esto, debo mantener mi cabeza alta. Siempre habrá otra montaña, siempre voy a querer que se mueva, siempre va a ser una batalla cuesta arriba, a veces voy a tener que perder. No se trata de la rapidez con la que llegar, no se trata de lo que me espere al otro lado ,es el ascenso. Las luchas a las que me enfrento, las oportunidades que tomo, a veces me golpeo, pero no me estoy rompiendo. Tal vez no lo se, pero estos son los momentos que mas voy a recordar, si, solo tengo que seguir adelante. Y yo, tengo que ser fuerte, solamente seguir peleando." Y a medida que más lo recordaba, más le costaba. Olvidaba sus propias palabras que había memorizado como un Padre Nuestro. Necesitaba un rayito de luz, algo que la ayudara a revivir otra vez.
Por suerte, siempre había alguien a su lado, que no estaba en todo momento, pero siempre, siempre en esos momentos agobiadores aparecía.
Felipe, el hermano mayor de Annie.
Felipe era simpático y hermoso a toda hora. Si, a toda hora, a pesar de que llevase puesto un sombrero con frutas y pintado de payaso. Era llamativo y nunca pasaba desapercibido. Era muy bizarro y educado, siempre la oía sin juzgarla, la miraba sin proyectar sus cosas en ella, se acercaba sin invadirla. Sabía escuchar a quien necesitaba un par de oídos, y unas cuantas de sus palabras te hacían darte cuenta de muchas cosas, y no podías evitar una desmesurada sonrisa de oreja a oreja.
Ahí estaba "Pelipe" al telefono, como solía decirle Annie cuando era una bebé.

- Decime mi vida- dijo Feli con ternura- ¿Qué te hizo ese imbesil? Lo vamos a matar.- replicó con la voz más pesada.
- No me hizo nada.. El no tiene la culpa de nada, en serio. Negro, necesito salir. ¿Me venís a buscar? Vamos a hacer algo por fa.
- Obvio que si. Ahí voy.

Se sentaron en un carrito de Lomitos y Panchos (era domingo y todo solía estar cerrado) y comieron un lomito cada uno.

- ¿Sabés, Annie? Me contaron que estos son los mejores lomitos de tu barrio, ¿a vos te gustan?

Asintió seria con la cabeza. Prendió un cigarrillo de los que no fumaba hace mucho mucho tiempo y empujó el plato hacia adelante.

- No como más Feli, perdón estoy muy llena.
- ¡¿Llena de que?! No comés nada flaca.- dijo con humor esperando una respuesta de Ana, pero al verla colgada en una nube, continuó - Bueno... ahora contame que pasó con Esteban.
- Y... con Esteban.. no pasó nada.- dijo tosiendo.
- Que estupida que sos, ni si quiera sabés fumar, largá eso.

Tiró lejos el cigarrillo y decidió cerrar la boca por unos minutos más. Hasta que Feli empezó a torturarla para que le cuente. Y le dijo:

- Siento que voy a morirme, necesito alejarme de todo.- las lágrimas se escurrían por sus cachetes rojos.- Felipe la miró cariñosamente y dejó que hablara. - No se, creo que necesito irme a algún lado lindo, que me relaje un poco. Me hace falta olvidarme de la cara de Esteban por unos días... bah, unas semanas estaría bueno. No quiero acordarme de nada. Y necesito ir sola.
- Y bueno boluda, ¿que estás esperando entonces? Mañana voy a comprarte el boleto. ¿A donde querés ir?
- Vos elegís mi destino, ¿qué te parece?.

Felipe se acordó que Annie siempre quiso viajar y que nunca le había regalado nada para sus 20 años, así que quizo jugársela y compró un pasaje en avión directo a Europa, para que, entonces tenga la oportunidad de conocer diferentes culturas allí. Le propuso conocer sus lugares y que no tenga tiempo para pensar en otra cosa que no sea sobre los hermosos museos y paisajes de toda Europa.

"Lo que sea que me valla a esperar allá,va a ser mejor que cualquier otra cosa acá"
...

viernes, 1 de abril de 2011

6: VOMITODEPALABRAS.


Mucho antes del encuentro violento con Esteban, Annie volvía caminando lentamente a su casa, sola, a mitad de la noche, sin nadie que camine con ella, sin una sola esperanza de seguir con su relación con Esteban. Estaba empezando a asumir que en cualquier momento, él la iba a abandonar. Cuando de repente escuchó unos pasos que la seguían, y más tarde un "¡Ana!". Se dio vuelta, y allí estaba él: Su "principe enmascarado".
- No te ibas a ir sin despedirte- le dijo mientras se acercaba.
- Mmmm...- le respondió Ana simplemente mientras su cerebro trataba de encontrar una respuesta a eso.

Se acercó un poco más, hasta que sus cuerpos estaban a un par de centímetros de distancia. Puso con ternura su mano cálida en su mejilla izquierda y su corazón comenzó a latir a cinco mil por hora. Luego acercó su cara y cerró los ojos. Lo único que sentió después fueron sus labios apoyándose en su mejilla derecha. Abrió los ojos, y se dió cuenta que sus caras estaban a pocos centímetros la una de la otra. Sentía millones y millones de mariposas revoloteando salvajemente en su estómago. Luego de unos segundos interminables se separó, y le guiñó un ojo. Bajó la mirada tristemente mientras se alejaba. El cerebro de Ana trataba de procesar lo que acababa de pasar y su corazón no dejaba de latirle deprisa.

No sabía que pensar, ni que hacer, así que solo se quedó sentada en la vereda esperando que algún milagro o cosa rara pasara. Pensó, y pensó mil veces más que tenía aquel hombre que solo había conocido hace un par de horas. ¿Qué hacía que ella se sintiese tan amada, tan consolada, tan distinta a su personalidad fría y dura? Mil preguntas dieron vueltas sin parar y no obtuvo ninguna respuesta.
Estaba en otro mundo cuando sintió que algún sonidito resurgía de su trasero. El celular. Mensaje de Esteban: "¿Donde mierda estás? ¡Te estuve llamando toda la noche a tu departamento!". Obvio, Ana no pensaba responder. Empezó a caminar, y cuando llegó solo se tiró rendida en su cama, sin su máscara, pero con toda la "ropa para salir".

Al otro día, bien temprano, la despertó un golpe sumamente fuerte en su puerta. Supuso que Esteban no era, porque él tenia la llave del dpto.
- ¿Quién es?- dijo con la voz aun dormida y suave, hechándole un ojo a la mirilla.
- Yo, abrime- Reconocería esa voz en cualquier lado (el basura de Esteban)
- Estoy en pijama.
- Te vi miles de veces sin nada puesto y ¿¡te da verguenza que te vea en pijama?! Abrime.

Al ver unas lágrimas correr por el rostro de Ana, Esteban se preocupó y la abrazó preguntandole que pasaba insistentemente.

Annie no lloraba porque lo iba a perder, lloraba porque había destruido todo lo que ella respetaba, había engañado a su novio, y por más que ya no lo quería sabía que lo que había hecho estaba mal. La conciencia le pesaba y no podía pensar en otra cosa que en eso. Pero igual, pensaba ella, fue un engaño doloroso y lindo a la vez, porque por primera vez, había disfrutado estar con alguien más que no sea ese imbesil y frio hombre que siempre llevaba a cuestas su desprecio por todo.

Esteban agarró con fuerza la cara de Annie y la besó. Ella trato de disfrutar su ultimo beso, pero fue asqueroso, fue despreciable, innecesario. No sientió nada comparado con el beso de aquel chico de la fiesta. Fue cualquier cosa, menos amor. No lo sentió en ningun rincon de su cuerpo. Solo percibió un escalosfrios que se apoderó de ella de a poco. Empujó con fuerza el huesudo cuerpo de Esteban y vomitó todo lo que habia pasado, escupió todo lo que tenía para decir, le dijo toda la verdad sin guardarse siquiera un solo pensamiento. Le hizo saber, también, que ya no lo amaba. Y allí fue cuando empezó la batalla naval..

....

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