domingo, 15 de enero de 2012

9: El avión.

Quise apurar las cosas.

- Bueno Yi, anda a preparar tu bolso, tenemos un largo viaje por hacer. Corriendo subió a su pieza y yo seguí conversando con mi dulce tía. Al instante bajó Yiyí con una mochilita muy pequeña, en la que supuse no llevaba más de dos remeras y un pantalón. Mi tía se rió, y nunca le dijo que busque más abrigo ni más ropa, y me pareció que no le daba mucha importancia a como vaya vestida su hija.
- Llevas abrigo Gisela?- le pregunté.
Y asintió con una mueca, seguramente pensando que soy una pesada. Y yo pensando que era una mocosa todavía.
La tomé por los hombros y la llevé hasta la puerta. Mi tía le quizo dar un beso y ella le corrió la cara, y le dijo secamente "cuidate mamá". Me quedé estupefacta, como me gustaría poder darle un beso a mi mamá por ultima vez. En ese momento me dieron ganas de darle una buena cachetada a mi prima, pero aún no había mucha confianza. Agarré mis cosas y empezamos a caminar, directo al aeropuerto. En el camino hacia allá sentí una vibración incomoda en mi trasero. Celular. Con miedo, abrí el aparato, pensando.. ¿Quién podría ser? Esteban.
" Ojalá te vaya bien en tu viaje y te sirva para recapacitar y darte cuenta lo mal que hiciste. Saludos"
Y en mi cabeza pensaba..."Pero porqué no te vas a la conch..." No le pensaba responder, no era para nada un mensaje informativo así que apagué el celular y lo escondí en mi bolso entre medias y bombachas para no tentarme de prenderlo durante el viaje.
El avión llegó y esperamos un largo rato hasta que subieron todo el equipaje atrás, mientras, subíamos al avión y nos sentamos en nuestros lugares. Antes de despegar miré a Yiyí, que hasta entonces no había emitido palabra alguna, y le pregunté
-¿no tenés miedo de no volver a ver tu mamá? Digo, porque no la saludaste bien cuando te ibas...-
Negó con la cabeza con cara indiferente a mi pregunta y dijo que no le iba a pasar nada "Todo va a estar bien" me dijo. Si, todavía era una mocosa.
El avión despegó. El viaje duraba 12 horas mas o menos, se me hicieron parecidas a 50 horas. Entre tanto y tanto dormitaba, pero nunca podía descansar. Y dichosamente, la Yí dormía como desgraciada. Era tan bonita, me hacía acordar mucho a las fotos que mi mamá me mostraba de cuando ella era chiquita. Tenía las mismas pecas tan llamativas y esa tez blanca tan reluciente. Su carita de ángel hizo que extrañara a mi mamá más que nunca. La necesitaba, y más ahora. Pero yo sabía que iba a seguir adelante, como siempre supe hacerlo "vos podes" pensé.
Empecé a desvanecerme en mi asiento del sueño y cerré los ojos. Sin darme cuenta me quedé dormida.
Soñé varias cosas, entre ellas recuerdo una callecita muy pintoresca, y una plaza al lado, era como la plaza al frente de mi departamento, pero no. Definitivamente no era la misma plaza, algo había ahí que marcaba la diferencia.
Y al cabo de unos instantes logré distinguir que era... en uno de los bancos de la plaza había un hombre sentado, con pelo color azabache, los ojos grises... iguales al cielo cuando está a punto de llover. Algún estimulo que venia de adentro de mi cuerpo hizo que me acerque a él. Me senté a su lado, y ni se percató de que yo estaba ahí. Me miró muy serio pero pasivo, no enojado. Se quedó unos instantes mirándome, y yo trataba de acordarme de donde conocía su cara, pero ninguno de sus razgos me era familiar. Sin embargo, sentía que lo conocía de toda la vida. Èl abrió los ojos como sorprendido y me dijo “¿Sabés cuánto tiempo te estuve buscando?” y rompió a llorar.
Inmediatamente me desperté, exaltada y un poco apesadumbrada, porque me había olvidado en donde estaba durmiendo. Cuando veo a mi alrededor visualizo a Yiyí, y estaba mirandome, como si hubiera estado un largo rato allí esperando que despertara.
-    Acabo de soñar algo muy raro- me dijo- Era un hombre que me preguntaba por vos, te estaba buscando.
Por unos instantes pensé que era el mismo hombre de mis sueños, pero me convencí de que era una locura. No podía ser el mismo. Sin embargo, tuve curiosidad por saber de aquél hombre.
-    ¿Y vos lo conoces Yí? ¿Quién era?- le pregunté
-    Nicolás.

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