sábado, 20 de noviembre de 2010

Y ahora es cuando me doy cuenta, que cada vez que estoy cerca suyo es una alegría más a mi vida. Que cada vez que me acaricia, es un calor inmenso y una tranquilidad incomparable. Que cada vez que sus brazos me envuelven, es como si mi mente y mi alma quisieran salir afuera y gritale “NO ME SUELTES MÁS!”. Es como cuando te sonríe, y deseas que esa sonrisa nunca se borre de su cara tan linda. Como cuando

camino a su lado y no importa donde, la inseguridad pasa a un segundo plano cuando el me lleva de la mano.

Como cuando, de repente, sentís ese cosquilleo tan especial en la panza cuando te canta, y como cuando te mira y sus ojitos me desprenden de la tierra y siento que no existe nada más. Sus ojos. No hay cosa más linda que ver en los ojos todo lo que uno no puede decir con las palabras. Que lindo es sentirse así. Que lindo es saber, que hay alguien esperando a que llegues para abrazarte, para hacerte sentir especial. Que lindo es, cuando nos reconciliamos. Y cuando nos peleamos también es bueno porque aprendemos algo nuevo. Aunque es muy laborioso, son dos tareas: enojarse y desenojarse.

Que lindo es sentir el calor de su boca en mi cuello, que lindo es sentir sus manos sobre las mías, como brindándoles afecto para siempre. Que lindo es ver que te alegre estar conmigo. Que lindo, que hermoso todo eso.

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