viernes, 1 de abril de 2011

6: VOMITODEPALABRAS.


Mucho antes del encuentro violento con Esteban, Annie volvía caminando lentamente a su casa, sola, a mitad de la noche, sin nadie que camine con ella, sin una sola esperanza de seguir con su relación con Esteban. Estaba empezando a asumir que en cualquier momento, él la iba a abandonar. Cuando de repente escuchó unos pasos que la seguían, y más tarde un "¡Ana!". Se dio vuelta, y allí estaba él: Su "principe enmascarado".
- No te ibas a ir sin despedirte- le dijo mientras se acercaba.
- Mmmm...- le respondió Ana simplemente mientras su cerebro trataba de encontrar una respuesta a eso.

Se acercó un poco más, hasta que sus cuerpos estaban a un par de centímetros de distancia. Puso con ternura su mano cálida en su mejilla izquierda y su corazón comenzó a latir a cinco mil por hora. Luego acercó su cara y cerró los ojos. Lo único que sentió después fueron sus labios apoyándose en su mejilla derecha. Abrió los ojos, y se dió cuenta que sus caras estaban a pocos centímetros la una de la otra. Sentía millones y millones de mariposas revoloteando salvajemente en su estómago. Luego de unos segundos interminables se separó, y le guiñó un ojo. Bajó la mirada tristemente mientras se alejaba. El cerebro de Ana trataba de procesar lo que acababa de pasar y su corazón no dejaba de latirle deprisa.

No sabía que pensar, ni que hacer, así que solo se quedó sentada en la vereda esperando que algún milagro o cosa rara pasara. Pensó, y pensó mil veces más que tenía aquel hombre que solo había conocido hace un par de horas. ¿Qué hacía que ella se sintiese tan amada, tan consolada, tan distinta a su personalidad fría y dura? Mil preguntas dieron vueltas sin parar y no obtuvo ninguna respuesta.
Estaba en otro mundo cuando sintió que algún sonidito resurgía de su trasero. El celular. Mensaje de Esteban: "¿Donde mierda estás? ¡Te estuve llamando toda la noche a tu departamento!". Obvio, Ana no pensaba responder. Empezó a caminar, y cuando llegó solo se tiró rendida en su cama, sin su máscara, pero con toda la "ropa para salir".

Al otro día, bien temprano, la despertó un golpe sumamente fuerte en su puerta. Supuso que Esteban no era, porque él tenia la llave del dpto.
- ¿Quién es?- dijo con la voz aun dormida y suave, hechándole un ojo a la mirilla.
- Yo, abrime- Reconocería esa voz en cualquier lado (el basura de Esteban)
- Estoy en pijama.
- Te vi miles de veces sin nada puesto y ¿¡te da verguenza que te vea en pijama?! Abrime.

Al ver unas lágrimas correr por el rostro de Ana, Esteban se preocupó y la abrazó preguntandole que pasaba insistentemente.

Annie no lloraba porque lo iba a perder, lloraba porque había destruido todo lo que ella respetaba, había engañado a su novio, y por más que ya no lo quería sabía que lo que había hecho estaba mal. La conciencia le pesaba y no podía pensar en otra cosa que en eso. Pero igual, pensaba ella, fue un engaño doloroso y lindo a la vez, porque por primera vez, había disfrutado estar con alguien más que no sea ese imbesil y frio hombre que siempre llevaba a cuestas su desprecio por todo.

Esteban agarró con fuerza la cara de Annie y la besó. Ella trato de disfrutar su ultimo beso, pero fue asqueroso, fue despreciable, innecesario. No sientió nada comparado con el beso de aquel chico de la fiesta. Fue cualquier cosa, menos amor. No lo sentió en ningun rincon de su cuerpo. Solo percibió un escalosfrios que se apoderó de ella de a poco. Empujó con fuerza el huesudo cuerpo de Esteban y vomitó todo lo que habia pasado, escupió todo lo que tenía para decir, le dijo toda la verdad sin guardarse siquiera un solo pensamiento. Le hizo saber, también, que ya no lo amaba. Y allí fue cuando empezó la batalla naval..

....

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